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07/06/2024
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El chocolate y los sentidos

Podríamos pensar que el chocolate únicamente nos estimula los sentidos del gusto y del olfato. De hecho, si piensas así, es porque no has disfrutado del chocolate en todo su esplendor, y eso no puede ser…
En este artículo vamos a hacer un recorrido por todas las apreciaciones que podemos hacer del chocolate con cada uno de nuestros sentidos, a lo largo de toda la experiencia. Desde que coges la tableta hasta que comes el chocolate. Y vamos a utilizar como ejemplo nuestro chocolate más emblemático: el chocolate a la taza.

Cogemos una tableta y de primeras ya notamos lo que pesa. 200 gramos bien compactos en una tableta que te cabe en la palma de la mano. Además, también notamos el tacto suave pero a la vez rígido del papel. La imagen de la envuelta, que diseñó nuestro abuelo Felipe Ruiz hace que te traslades a su época, o incluso a las plantaciones de cacao si conoces alguna.

Abrimos las pestañas de los laterales y desenvolvemos la tableta mientras los papeles suenan al manipularlos. Es un sonido muy característico para nosotros, que hasta reconoceríamos con los ojos cerrados.

Con la tableta frente a nosotros ya vemos el nombre de nuestro bisabuelo Juan y de nuestro pueblo, Rueda, grabado. Brillante por una cara y más opaco por la otra, pero ambas con el color característico que hasta lleva su nombre: marrón chocolate.

El siguiente paso es partir una onza donde ya podemos ver su apariencia en el interior. La rugosidad es más evidente a la vista e incluso podemos ver el reflejo de la luz en los cristalitos del azúcar. Partir la onza requiere de un poquito de fuerza, lo que nos vuelve a dar una idea de su consistencia.

Llegados a este punto se nos presentan dos opciones, o nos llevamos la onza a la boca o la fundimos y hacemos a la taza. Para continuar con este viaje vamos a elegir la primera opción, pero si quieres saber cómo poder hacerlo a la taza, suscríbete en este enlace y te llegará un pdf con los pasos que tienes que seguir para hacer el mejor chocolate a la taza.

Seguimos por donde lo hemos dejado… Nos llevamos la onza a la boca, ¡con cuidado! Tendrás que partirlo antes si no tienes una dentadura fuerte. Por tercera vez nos percatamos de su espesor y consistencia. Los lingotes no solo se hacen de oro amarillo… El cacao funde a 33-35ºC, así que déjalo un poquito en la boca para que se ablande con nuestra temperatura y ahora ya sí, mastica.

Aquí tenemos la tan esperada explosión de sabor. El sentido del olfato y del gusto despertarán y se combinarán para potenciar todo el esplendor de aromas y sabores del chocolate. Notaremos el amargor y la acidez del cacao, el dulzor del azúcar, y los aromas propios del tostado de la semilla del cacao. Todos ellos bailando en nuestra boca, mientras ésta no deja de producir saliva de placer. No podemos olvidarnos tampoco de las sensaciones táctiles, con las que podemos apreciar los cristalitos del azúcar a través de esa textura terrosa tan característica de nuestro chocolate, y la untuosidad de la manteca del propio cacao en la cara interna de los mofletes.

Continúa la fiesta después de tragar, todavía nos suben aromas por la retronasal que nos recuerdan al cacao y a todas sus notas tostadas, y mantenemos la boca suave y sedosa, salivando en espera del siguiente trocito.

Es el momento de dejarte disfrutando del resto de trocitos, y que vayas siendo consciente de todo lo que te generan a nivel sensorial. Como curiosidad te diré que no solo se catan los vinos. También hay expertos que se dedican a catar los mejores cacaos y chocolates del mundo.

Si por lo que sea, no tenías a mano tu tableta de chocolate y has llegado leyendo hasta aquí, te invito a que pases por nuestra tienda online para que puedas disfrutar de nuevo de la lectura, pero esta vez con nuestro chocolate, para que puedas disfrutarlo con todo lujo de detalles.

 

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